Material de la Enseñanza Científica (s. XIX y XX)
A partir de la segunda mitad del siglo XIX se produjo a nivel global una gran expansión en la producción y circulación de colecciones y diversos dispositivos visuales para la enseñanza de las ciencias. Materiales como instrumentos y aparatos científicos, láminas murales, diapositivas y modelos tridimensionales se adquirieron para las tres grandes áreas científicas de la Química, la Física y la Historia Natural. Para este último, colecciones de herbarios, animales taxidermizados y preparados en fluidos, minerales, rocas y fósiles, entre otros, fueron también utilizados en el estudio de la botánica, la zoología, la anatomía humana, la geología y la paleontología. Además, ese período coincide con la reorganización de la instrucción pública argentina expandiendo la enseñanza de las ciencias naturales en todo el país, favoreciendo así la creación de laboratorios, gabinetes y museos dentro de las instituciones educativas donde se buscó abarcar y representar de la manera más amplia posible la Naturaleza. Estos objetos formaron parte de un gran mercado cultural de la ciencia, en el que se relacionaron fabricantes, científicos y artistas, así como comerciantes, funcionarios y diverso público que hicieron posible su existencia y circulación por todo el mundo.
La historia natural aplicada a la farmacia
En el ámbito universitario argentino, el progresivo desarrollo de la enseñanza de las ciencias naturales se inició con la incorporación de conocimientos de Historia Natural a los estudios superiores de Ingeniería y en los estudios oficiales de Farmacia inaugurados en 1854. Estos últimos, se consolidaron cuando se creó en 1898 una nueva Escuela de Farmacia bajo la dependencia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
En ese entorno el farmacéutico Juan Aníbal Domínguez investigó sobre la Materia Médica Argentina. Las colecciones de botánica y farmacología que formó y sus materiales de trabajo fueron la base para la creación de un Museo de Farmacología en la Facultad de Ciencias Médicas, que luego se convirtió en el Instituto de Botánica y Farmacología de la Universidad de Buenos Aires. En él se formaron grandes colecciones de Historia Natural, especies botánicas y zoológicas, drogas y productos autóctonos, una importante biblioteca especializada y llegó a tener un laboratorio fitoquímico, sala de extracciones y de farmacodinamia. Su objetivo era ser un centro de investigación de recursos locales para el estudio intenso de las especies botánicas útiles de la Argentina y con los métodos prácticos de laboratorio.
Durante la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del XX, para el estudio de la botánica y su aplicación en las ciencias médicas y la farmacia, como en otras disciplinas, la gran diversidad de objetos acompañaba el uso de los libros de texto y las lecciones orales en las clases. El fundador del Museo, Juan A. Domínguez y su colega Lucio Durañona editaron entre 1901 y 1904 guías de estudio de botánica médica, en donde se incorporan gráficos y ejercicios prácticos que evocan la utilización de otros materiales como aparatos de fisiología vegetal, representaciones visuales en modelos tridimensionales, de preparados histológicos y fotomicrografías.
Este tipo de enseñanza se llamó “objetiva o intuitiva”, donde se priorizaba el aprendizaje a través de la estimulación de los sentidos con la observación y manipulación de objetos y colecciones naturales. El Museo además fue un lugar de trabajo para estudiantes de doctorado que fue generando a lo largo del tiempo una expansión de sus colecciones. En efecto, aunque tiene el nombre de su fundador, otros estudiosos de la farmacobotánica argentina contribuyeron al desarrollo de esta institución. Entre ellos cabe mencionar a Miguel Puiggari y Ángel Gallardo. Puiggari fue uno de los primeros en recibir el doctorado en Farmacia y Gallardo dictó en la Universidad las asignaturas de Zoología Médica.
El museo posee objetos y colecciones provenientes de las antiguas cátedras de la Escuela de Farmacia, así como de los trabajos de investigación desarrollados en la institución. Entre ellos, las colecciones de enseñanza de modelos botánicos y láminas murales de procedencia europea, láminas realizadas a mano por alumnos y diapositivas para proyecciones luminosas, colecciones de minerales y fósiles, muestras de plantas, de materia médica y muestras paleobotánicas, muestrarios de semillas, productos industrializados de origen vegetal, colecciones de etnografía y antropología y diversos instrumentos y aparatos científicos.
Actualmente el Museo de Farmacobotánica busca una nueva apertura de su patrimonio histórico y científico, afrontando múltiples desafíos y necesidades. Los últimos tres años ha recibido algunos apoyos como subsidios estatales y de la universidad, donaciones privadas, así como la ayuda voluntaria de profesionales del patrimonio. Gracias a esto se comenzó con un proceso de reorganización, registro y valorización de los fondos museográficos y documentales del Museo.
Entre las iniciativas destacadas se encuentra la puesta en valor de las colecciones didácticas y científicas con el inicio de la catalogación y conservación de las diferentes colecciones, principalmente las láminas, las diapositivas, los modelos y algunos muestrarios didácticos. Además, gracias a una ayuda económica del Fondo Metropolitano de la Cultura, las Artes y las Ciencias del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, otorgada entre los años 2016 y 2018, se inició la restauración de ejemplares de la colección de modelos botánicos Robert Brendel (Siglos XIX-XX). Gracias a este proyecto se estabilizó casi la mitad de los 132 ejemplares que componen la colección y 35 modelos fueron restaurados de forma completa, recuperando su función didáctica y científica y su aspecto estético. El último año algunas de estas piezas formaron parte de la exposición BIENAL SUR de MUNTREF, Centro de Arte y Naturaleza y de La Noche de los Museos 2019.