Plantas que saboreamos: alimentos y condimentos
El ser humano, junto a su libertad y autonomía para elegir sus alimentos, se ve obligado a la diversificación. Por lo tanto, debemos elegir varios alimentos para nutrirnos de forma correcta y a estos los podemos encontrar tanto en el mundo animal como en el vegetal. Las dietas veganas excluyen por completo los alimentos de origen animal y cubren sus requerimientos nutricionales basados únicamente en el consumo de plantas donde, por ejemplo, la vitamina B12 puede observarse deficiente. Sin embargo, la alimentación a base de vegetales es segura bajo la planificación adecuada y el acompañamiento de los especialistas en nutrición.
Existe una vasta gama de plantas alimenticias y de estas se pueden aprovechar sus partes comestibles como las hojas en la espinaca, el tallo en el apio, las flores como el brócoli, los frutos como la berenjena, entre otras. Al hablar de las plantas comestibles no solo nos estaremos refiriendo a las verduras y frutas, sino también a los cereales, las legumbres, las semillas y los frutos secos. Las ingestas de estos grupos de alimentos nos proveen vitaminas, minerales y macronutrientes; con ellos logramos formar huesos fuertes, músculos resistentes y reservas de energía, pero también formamos mensajeros que circulan por el organismo logrando una comunicación eficaz entre todas las partes del organismo. Es así, que una persona que consume una gran diversidad de alimentos logra tener un cuerpo sano y resistente a las enfermedades. La malnutrición debilita el sistema inmunitario, exacerbando el riesgo y la severidad de las infecciones.
Sin embargo, comer, no responde solo a la necesidad de adquirir más o menos nutrientes. Los alimentos se incorporan por medio de un proceso fisiológico y de un plano imaginario, donde el alimento, tal como la comensalía, constituye un sistema de signos e imágenes, que expresan el modo de relacionarse; son portadores de significados socialmente compartidos que determinarán, por ejemplo, que una cultura se diferencie de otra. Además, necesitamos que se vean, saboreen y huelan sabroso. En este sentido, la utilización de los condimentos en la práctica culinaria es otro de los pilares fundamentales de nuestra alimentación y de la aceptación o rechazo del plato. Las especias son valoradas desde nuestra percepción del gusto y del olfato, pero sus particularidades organolépticas esconden también aplicaciones terapéuticas, ya que pueden producir ciertos efectos farmacológicos: digestivos, carminativos, antiespasmódicos, relajantes musculares, antisépticos, bactericidas, entre otros. La doble función saborizante/aromatizante por un lado y medicinal por otro dificulta clasificar estas plantas por su uso, dado que la gran mayoría se emplea con fines diversos a un mismo tiempo.
¿Cómo se llegaron a conocer las plantas condimenticias?
Con el comienzo del consumo de carnes y la falta de refrigeración, el ahumado y el salado fueron grandes inventos para la conservación de la carne, aun así, se descomponía y adquiría sabores desagradables. Es aquí que empieza a jugar un rol protagónico la utilización de las plantas condimenticias, enmascarando la putrefacción, favoreciendo la digestión y apaciguando las posibles consecuencias de la incorporación de un alimento en mal estado. De este modo, aquellos asentamientos urbanos que demandaban carne también requerirían especias , originando el comercio de estas y dando comienzo a una profesión que se empeñó en el desarrollo de las rutas comerciales y la búsqueda de nuevas fuentes de productos.